sábado, 31 de julio de 2021

Gambia y el golpe de 1994, ¿anhelo de revolución?


El pasado 22 de julio, se cumplieron 27 años desde que tuvo lugar por primera vez un golpe de estado exitoso en la pequeña república de Gambia. El gobierno que se encontraba en el poder entonces, era liderado por Dawda Jawara y la hegemonía partidista de su People’s Progressive Party (PPP). El golpe lo llevaron a cabo un grupo de jóvenes militares, liderados por el teniente Yahya Jammeh que entonces sostenía el rango militar más alto entre estos. El levantamiento se produjo como consecuencia de un cúmulo de descontento social generalizado, un hecho enormemente extendido en las sociedades post-coloniales. El gabinete de Jawara ostentó la soberanía del país durante 29 años, bajo un régimen mal llamado democrático, caracterizado por los grandes volúmenes de corrupción y nepotismo. A partir de la década de los 80 en adelante, Gambia, al igual que una amplia mayoría de los países africanos, se encontraba sometida a los programas de ajuste estructural impulsados por el Fondo Monetario Internacional (FMI). La principal función del FMI consiste en conceder préstamos a los diferentes estados miembros para ayudarlos eventualmente a lograr unos objetivos económicos concretos. A cambio, se les exige el cumplimiento de unos requisitos, que se basan en la reducción del papel del estado (Estado del Bienestar) y la promoción del libre mercado, visto como principal impulsor de la actividad y el crecimiento económico. Es relevante remarcar el papel del FMI puesto que fueron las imposiciones de sus objetivos financieros las que impidieron que los gobiernos africanos invirtieran en ámbitos como sanidad o educación, de modo que contribuyeron enormemente en la pauperización de las sociedades africanas, y entre ellas la gambiana. 

Jammeh y sus compañeros Edward Singhateh, Sanna Sabally, Sedibou Hydara y Yankuba Touray organizaron con éxito un motín no violento, frente al cual decapituló el entonces presidente Dawda Jawara, exiliándose en la vecina Senegal. Una vez derrocado el gobierno del PPP, Jammeh estableció una junta militar provisional denominada AFPRC (Armed Forces Provisional Ruling Council), la cual gobernaría el país durante un periodo de transición de 2 años, antes de la celebración de unas elecciones democráticas a las cuales prometió no presentarse. Durante ese periodo, tuvieron lugar grandes vulneraciones de derechos humanos relacionados con asesinatos, detenciones arbitrarias y torturas, que cayeron sobre las espaldas de aquellos sectores del ejército que reaccionaron contra el golpe de estado. Una vez finalizado el periodo de transición, durante el cual la AFPRC se encargaría eventualmente de restablecer la estabilidad gubernamental y de depurar los restos de gobierno anterior, Jammeh fundó a último momento un partido propio que denominó Alliance for the Patriotic Reorientation Construction (APRC), se presentó a las elecciones y las ganó.

Yahya Jammeh obtuvo una abrumadora victoria en las elecciones del 96 puesto que el hecho de que depusiera a Jawara fue visto como un acto revolucionario. Jammeh se convirtió en la esperanza del país después de tres décadas de cleptocracia. El nuevo presidente inició su liderazgo definiéndose como un gran defensor de los intereses y los derechos de los gambianos. Como era de esperar, el Jammeh revolucionario quedó reducido en un espejismo. Se convirtió, o mejor dicho, el sistema lo convirtió, en un férreo dictador. Es oportuno recuperar las sabias palabras del Capitán Thomas Sankara, que decía que para combatir problemas sistémicos se requieren cambios sistémicos, no individuos bien intencionados. Así ocurrió con Jammeh y lo mismo ocurrirá con todos los que en algún momento lo sucederán, hasta que no se rompa con la estructura capitalista-occidental que atrapa en modelos de sistemas políticos ineficientes para las sociedades africanas. Las ideas y las intenciones de Jammeh se corrompieron y su gobierno, al igual que el de su predecesor, terminó por someterse a la voluntad y a los intereses extranjeros. Las sobras del control efectivo de la soberanía de Gambia no constituyen nada más que el aparato coercitivo, el monopolio de la violencia, que es lo único que ostentaba Jammeh. Los políticos africanos son privados del poder efectivo de sus países, que lo ejercen las corporaciones y las potencias occidentales. ¿Es por eso que arremeten contra su pueblo? ¿El sueño del oprimido es convertirse eventualmente en opresor? 




 De izquierda a derecha aparecen Yahya Jammeh, Edward Singhateh y Sanna Sabally 
alzando los brazos. Delante de estos en primer plano aparece Alhagi Martin.



De izquierda a derecha aparecen Edward Singhateh, Yankuba Touray, Yahya Jammeh,
 Sanna Sabally y Sedibou Hydara



En el presente video, Jammeh explica los motivos por los cuales se llevó a cabo el golpe de estado y describe la situación en la que se encontraba el país a nivel político, económico y social




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